Rutinas

Tengo una relación de amor y odio con las rutinas. No lo paso bien con ellas, no me agradan pero las necesito desesperadamente. Soy un ser naturalmente a la deriva, que tiende al caos; en vez de orden propongo desorden de manera inconsciente. Es por esto que no me acostumbraré nunca a las rutinas pero me sirven para saber como funcionar normalmente. De hecho, me permiten funcionar.

Estos últimos dos meses, y en menor medida, estos últimos dos años han sido sin rutinas predispuestas, y creo que me han llevado a la aparente "ruina" en que estoy ahora. No tengo horarios fijos y a veces tengo mucho tiempo libre, que en vez de ocupar en todos los proyectos que se me ocurren o en pasar tiempo de calidad con gente, o en aprender de Dios o en contemplar la naturaleza y agradecer que estoy viva pues...malgasto mis preciados ultimos años de juventud sentada sola haciendo literalmente nada. Estoy insomne (pero nunca lo he dejado de ser realmente, tengo horarios cambiados), duermo a destiempo, a veces veo tele y hago cosas poco productivas. A veces solo me siento en el sillón.

Hay días en que creo que realmente esos son síntomas como de depresión, pero me analizo a mi misma y me doy cuenta que  no es realmente cierto. Lo cierto es que no tener algo claro y fijo que hacer me está deprimiendo, pero aún no. Soy simplemente una versión exacerbada de lo peor de mí en este momento. Sin cosas que hacer ni interactuar con gente, hay poco que ataje mi inseguridad crónica. Mi déficit atencional está en su peak y

----Vuelvo al borrador, alrededor de una semana más tarde, luego de un par de intentos fallidos por retomar la escritura. Es de madrugada, más de las 2, la hora en que por fin me dan ganas y me pongo a hacer cosas.----

Pues sí. Mi aparente déficit atencional está en su apogeo máximo y yo sinceramente espero que mi cerebro sea diferente y me diagnostiquen de una vez porque si no simplemente no hay nada que me salve de mi loserness (perdedorismo? no suena bien en español). ¿Qué es sino lo que me hace olvidar todo, no recordar nada, tener todo en la punta de la lengua?Igualmente me he creads estrategias de sobrevivencia. Gracias a la universidad aprendí que las agendas servían y, cuando me acuerdo de revisarlas, de llevarlas a todos lados, son grandes aliadas. Desde muy pequeña tuve y me encantaron las agendas, pero por motivos estéticos y lúdicos más que otra cosa. Me gustaba tenerlas disney, tuttifrutti, mientras más colores y stickers tuvieran mejor. Veía que las otras niñas las usaban como diarios pero a mí siempre me ha aburrido llevar una crónica de todo lo que hago, de hecho aún lo detesto. Por eso mis blogs son temáticos más que diarios de vida. Cuando pequeña intenté tener diarios de vida pero nunca pensé que mi pequeña vida tuviera un valor narrativo digno de lectura de placer. Así que ocupaba mis agendas con dedicatorias de los "amigos" hechos en campamentos de verano, dibujos horribles, distintas pruebas de distintos tipos y colores de lápices para ver cual escribía mejor. Recetas, y un sin fin de otras cosas para disfrazar el hecho de que no habían muchos eventos distintos de la rutina escolar en mi vida de niña. En tercero medio retomé las agendas, recauché las que me daba la municipalidad con papeles lustre, dibujos y recortes, y las utilicé de calendario de pruebas y control de gastos de mi pyme de productos kawaii asiáticos. Incluso pegaba las boletas. En EEUU aprendí a usar los calendarios de pared, que me ayudan tanto cuando fallo en revisar la agenda, que pasa mucho más seguido de lo que me gusta admitir. El año pasado viví sin agenda y fue un caos. Solo tenía una libreta, porque las amo y porque siempre necesito escribir. Si no escribo, no existe; Wittgenstein definía los límites del ser en el lenguaje y yo me acoplo hacia la mecánica de la codificación escrita. Mi cerebro simplemente no hace clic si no se escribe, aunque sea una vez. No me garantiza que lo recuerde, pero me da una prueba de realidad. Pero no habían números ni fechas, las semanas y los días se escapaban al momentos de traspasar todo al calendario de pared. Este año tengo mi agenda, pero no mi calendario.

Y aunque estaba lista para probar una vez más nuevas estrategias, nuevos sistemas que me permitieran al menos funcionar haciendo algo nuevo y entretenido, me encuentro con poco con lo que trabajar. No me quiero quejar porque mi problema es que yo soy el problema pero no sé como resolverme.  Me gusta y trabajo bajo presión, crecí en un sistema heredero de dictaduras y que no potenciaba la autonomía; desperdicié mis talentos y creatividad infantil y detesto profundamente el mundo adulto. Lo único que disfruto realmente es descubrir cosas nuevas. Leer, viajar, aprender. Pero atrofié mi pensamiento crítico y nunca se que preguntar, ni que proponer ni que opinar. De nuevo me he ido por las ramas.

Lo cierto es que necesito rutinas, pero necesito gente que me ayude a cumplirlas: he tratado incontables veces de crearme un horario, de planear cada segundo, de auto imponerme tareas, de proponer citas con gente para poder hacer algo y he fallado horriblemente. No hago nada, dejo esperando a la gente, no cumplo mis propias metas. Dependo como una niña de los demás y me da vergüenza pedir ayuda de manera directa. Mis papas ya no me despiertan (obviamente) ni me obligan a hacer cosas como lo harían con un niño que debe ir al colegio y es perfectamente normal.Pero yo ni siquiera logro eso. Ni siquiera logro pararme luego del despertador, luego del desayuno, no puedo. Y suena extremadamente ridículo y perdedor pero por algo estoy escribiendo hasta las 3 de la mañana a lectores que me gusta pensar que están ahí, invisibles. Quiero tanto tener una rutina para poder odiarla, la necesito desesperadamente.


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