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Mostrando entradas de enero, 2011

Ya no bailan

Mis amigos ya no bailan. No como antes al menos; con esas ganas frenéticas de moverse libres a un ritmo propio y a la vez enjugado con los beats y acordes circundantes. Una magia que nos unía, que siento haber descubierto tarde y me arrepiento de eso. Porque en algún momento asocié bailar a aparentar, a moverse sólo para atraer; no como un coqueteo ni como una interacción sino como el baile de aparamiento de las aves, esas que muestran sus mejores atributos para que la selección natural surta efecto. Pero no. Bailar para mí es ahora un grito kinético de libertad. Darle rienda suelta al instinto y al impulso, jugar a controlar y descontrolar los movimientos. Tiene flirteo y sensualidad algunas veces y algo de apareamiento también, es innegable. Sin embargo predomina el delirio, la traducción física del encuentro de las fibras íntimas del alma con ese despertador de consciencias y sbconsciencias que llamamos música. Y no importamos ni tu ni yo ni nosotros ni ellos. El protagonista es el