Morderse los labios

El taxi marcaba las 3:21 am, pero no se exactamente porque el cambio de hora me deja un limbo existencial por al menos un par de dias. Pero recuerdo eso, porque como siempre, miro hacia el lado, hacia cualcquier otro lado. Me muerdo los lados y observo a todo mi alrededor excepto adonde -se supone- debiese mirar.
Y no es de nerviosa.
Ni de molesta.
Quizas un poco incomoda, si, para que vamos a estar con cosas.

Es que hay veces que uno toma malas decisiones, por todas las veces que uno se ha tomado el tiempo de meditar y finalmente no hacer nada. Y al ver el reloj del taxi marcando las 3:21 am, con intermitentes sombras anaranjadas de farol mientras se acercaba a destino, esperé que realmente una racha de decisiones estupidas y mal tomadas compensen la cuota del año. Que como han sido bastante las decisiones -de no hacer, dejar hacer- a pesar de ser sin reales consecuencias terribles, de situaciones más bien olvidables y -esperemos- sin nada mas alla del anecdotario biografico, puedan limpiarme de la tozudez mental y me dejen clara, certera para las cosas que quiera, para las decisiones profundas, inesperadas y también las planificadas.

Porque últimamente no le he dado el espacio a mi mente para reflexionar nada. Los ánimos han sido de seguir el flujo gris de la corriente santiaguina.

Si las ultimas 72 horas de mordidas de labios y un porquito de verguenza ajena e interna cuentan para volver a estar en el ruedo de los que tienen proyectos, se equivocan, se arrepienten, les importa algo más que un carajo lo que pasa a su alrededor...bueno

bienvenido sea?


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